Las Cartas


Me parecía increíble que se hubiera marchado, toda mi vida la había pasado a su lado…

Miraba hacía su habitación con lagrimas en los ojos, no había tenido tiempo de despedirme de ella, había sido todo tan rápido, y yo no estaba cerca de ella cuando sucedió.

Mi abuela ya no estaba, no podía creerlo, mis tíos y mi madre entraban y salían con la cabeza cabizbaja de su habitación. Mi tío José se acerco a mi, y me entrego una caja diciéndome: “Esto quería que lo tuvieras tú”.

Lo mire con curiosidad, una caja metálica de galletas, no se sentía moverse nada dentro, parecía vacía. Todos me miraban, también curiosos, lo abrí y solo contenía una docena de sobres.

Abrí uno de ellos, y dentro había una carta manuscrita, con una letra pequeña y cuidada, y escrita en … ¿ingles? Era muy extraño, mi abuela apenas sabía leer y escribir ¿porque tenía guardada una carta en ingles?

Abrí uno a uno el resto de sobres, y todos sin excepción contenían una carta en ingles. La letra era siempre la misma, estaba claro que tenían el mismo autor.

Mire de nuevo las cartas, y todas estaban fechadas entre 1780 y 1784. Esto era aún más extraño… ¿porque tenia mi abuela cartas de hace más de 200 años?

Ni mi madre ni mis tíos sabían nada de las cartas, no las habían visto nunca y estaban tan extrañados o más que yo.

…………

Había pasado ya una semana desde el entierro de mi abuela, y tenía las cartas guardadas en su caja. Las había leído y cada vez el misterio era mayor. En su mayoría eran descripciones de suministros para tropas, y documentos legales de entrega de monedas y de armas. No me cabía en la cabeza que relación podían tener esas cartas con mi abuela.

Acudí a un amigo de la Universidad, profesor de historia, e indagando un poco me dijo que las cartas parecían corresponder al contable de una empresa, una empresa que se llamaba Comercial Gardoqui.

Ante mi cara de circunstancias me explico que Don Diego de Gardoqui, a través de dicha empresa, se había dedicado a ayudar a los rebeldes norteamericanos durante la guerra de independencia, y que incluso había llegado a ser el primer embajador de España en Estados Unidos.

…………

Me lleve varios días dándole vueltas a esta información, pensando que hacer ahora.

Al final decidí ir a los archivos parroquiales del pueblo en que nació mi abuela. Rastreando los archivos fui saltando de pueblo en pueblo, desde el Sur de España donde nació mi abuela hasta llegar a poco más de una docena de ciudades al llegar a la época de la revolución.

De todas ellas, la que prometía más era Bilbao, pues allí estaba radicada la empresa Comercial Gardoqui.

De esta forma, llegue hasta un tatarabuelo de mi abuela, o algo similar, que había trabajado de contable en esa época en la empresa.

Tenía que ser él, no había duda. Había encontrado el motivo de que mi familia tuviera estas cartas, pero ¿porque las habían conservado? Soló eran tratos comerciales, no había nada oculto, ningún tesoro que descubrir.

Las volví a leer con cuidado, del derecho, del revés, saltando letras, buscando algún código oculto que revelará porque se había tomado la molestia la familia de conservar estas cartas a lo largo de la historia.

Nada, no encontré nada.

Consulte de nuevo a mi amigo historiador, y me dijo que no tenían ningún valor. No se contaba nada nuevo que no se conociera ya sobre esa época, no había nada especial en ellas,…

Me dijo, “Solo tendrá valor para ti, saber que uno de tus antepasados ayudo a fundar la primera democracia de la época moderna, no todo el mundo puede alardear de esto.”

Entonces lo comprendí, y supe porque mi familia las había guardado de generación en generación.

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